Nadie puede predecir el pasado
Cuando ya quizás no somos los mismos,
Cuando ya quizás hemos olvidado
El nombre de la calle
Donde
Alguna vez
Pudimos
Encontrarnos.
Gioconda Belli
Era el mismo aniversario.
Era diciembre, la misma lluvia que recordamos tantas veces, incluso a destiempo.
Eran las mismas aceras mojadas que cruzamos después de un café.
Era esta la casa a la que siempre volvimos; el mismo balcón bajo el cual nos besamos.
Entonces éramos tú y yo y empezábamos a ser nosotros.
Ya estábamos enamorados,
ya sentíamos en la sangre ese amor que luego nos haría pedazos a ti y a mi y,
sobre todo, al nosotros que nunca entendimos.
Entonces nos mirábamos. Tú me enseñabas a mirarte hasta por debajo de la lluvia.
Entonces un domingo hicimos una promesa que no supimos cumplir.
Entonces yo para ti era la promesa, y tu para mi, la esperanza.
Yo te miraba cuando dijiste las palabras que nos llevaron a la tumba,
que nos obligaron a caminar tantas veces por esas calles, errantes, arrastrado un amor que no entendimos, que rebosó y nos empujó al abismo.
Entonces era diciembre y llovía como hoy.